“A Pleno Sol”, El álbum inmortal de Beto Fernán

Así describían en la contra-carátula del álbum “A Pleno Sol” de 1964 los inicios musicales de uno de los artistas más enigmáticos de la música moderna argentina de los años 1960s y 1970s:  Beto Fernán, quien murió prematuramente en octubre de 1980.

Beto Fernán, pequeñín, que aún no había alcanzado su primera década de vida, trabajaba para ayudar al sustento de un hogar compuesto por la madre y siete hermanos. Pero conocedor de que nada se consigue sin esfuerzo, también estudiaba. De noche y como alumno libre. Y entre una y otra cosa, la convivencia con la guitarra por amistad con un vecinito más pudiente y con sus mismas inquietudes: cantar. Así, en la práctica del barrio salteño, o en la soledad de los cerros cuando la desafinación del aprendizaje molestaba en demasía a los mayores, nació el primer conjunto en el que Beto exhibió sus cualidades musicales. ¿Repertorio?… Lo mejor: La López Pereyra, Felipe Varela, Zamba del Ceibal, La Tristecita… y el pensamiento puesto en unos versos: “La llovizna azul”, “Murmurándole”, “Al Cañaveral”,… que fijarían para siempre en su memoria el recuerdo del pago lejano, de la pequeña Güemes, pletórica de infantiles e inolvidables estampas pueblerinas.

Beto Fernán (seudónimo de Roberto Fernández Cámara), había nacido en Campo Santo, provincia de Salta, Argentina, el 12 de abril de 1946. (Foto: Archivo Beto Fernán)

Luego, una tarde, la visita a Radio Güemes como número espontáneo de un programa infantil, el de “Mama Rosario». Igual que en las películas, el director de la emisora los escuchó llamándolos a su despacho y, tras un breve interrogatorio sobre sus proyectos futuros, les dio tres direcciones.  Beto y sus amigos marcharon hacia lo incierto de esas diligencias y retornaron con todos los implementos del atuendo gauchesco al estilo salteño. Néstor Tato, el nombre de este director tan humano y visionario, debe estar en este testimonio de la iniciación de Beto Fernán. Por Su parte, Mamá Rosario (Sra. de Colombres) organizó una colecta entre los miembros de Radio Güemes para proveer al conjunto de la soñada guitarra necesaria para completar su instrumental.

Pero estaba visto que el éxodo signaba al incipiente elenco. Uno de los elementos principales debió marcharse a estudiar a Buenos Aires, otro tuvo que acompañar a sus padres al mudarse de población, y Beto comenzó a trabajar, acompañando a un cuñado que transportaba madera con un camión. Fue una linda etapa, porque aquel andar cruzando valles y ríos, subiendo a los cerros y montañas, internándose en la soledad del “cachi” y de los bosques bajo la mirada siempre vigilante de la Cordillera de los Andes. afincó el amor por su tierra, e inyectó en sus músculos la pasión de andar. Cercanas, le rozaban fronteras de Chile, de Brasil. de Bolivia… le bastaba acelerar un poco más el rumbo y de inmediato, se levantarían ante él los insondables caminos de la aventura que tanto lo fustigaban. Y así, acuciado por el irrefrenable deseo de ser y conocer, llegó a Buenos Aires, la ciudad que puede darlo todo, aunque su precio pueda saberse en el momento de pagarlo.

Contra-tapa del álbum «A Pleno Sol» de 1964, incluía las canciones: «El Primer amor», «Felicidad», «Un Mundo De Amor», «Siento», «En Vano», «Te Llevaré», «Canto Triste», «Ahora Sí», «Busco», «Te Espero Amor», «Qué Suerte», «Noche de Verano». (Foto: Archivo Beto Fernán)

Beto no estaba dispuesto a extraviarse en un trazado de urbe gigante, de ciudad monstruo. Trabajó en diversos menesteres, compuso canciones, volvió a estudiar de noche para dar fin al colegio primario, y como en su empleo había demasiadas muchachas también encontró tiempo para ese imprescindible milagro de la vida del hombre que es el amor. Y así como los valles, ríos y cerros, lo instigaron a cantarle a la tierra, la metrópolis de cemento, ya hostil, ya bulliciosa y alegre, lo impulsan a cantarle a la juventud con ritmos que reflejan en su férvido dinamismo, la época y el escenario que habita. Quería ser testigo y cantor del tiempo y el paisaje ciudadano, vivirlo. Con su hermano Poly, el que se había llevado a Buenos Aires la guitarra, formó un conjunto: Los Atómicos. Después conoció a Gabriel Melgarejo que pasó a ser su «segundo» en la lucha de conquistar el éxito, y por último Antonio Barros, le brindó el apoyo para llegar hasta Music Hall y grabar. El resto está aquí en este long-play “A Pleno Sol” y de la juventud que derrama Beto Fernán. El nuevo ídolo porteño de origen provinciano, cuyo destino no tiene límites.

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